Dedico este pequeño espacio a una mujer que marco la historia de la danza al Gran Isadora Duncan.
Isadora Duncan la bailarina norteamericana cuyo verdadero nombre era Dora Angela Duncan, nació en San Francisco el 27 de mayo de 1878, y murió el 14 de septiembre de 1927 en Niza. Nacida en una familia donde el padre abandonó el hogar muy temprano, las penurias económicas llevaron a que se convirtiera en una atea feroz.
Su interés por la danza comenzó cuando era muy pequeña. A los 10 años, abandonó la escuela para impartir clases de danza junto a su hermana Isabel, a los chicos del barrio. Al mismo tiempo, su madre daba clases de piano para sostener a la familia. En las clases de la madre, los autores favoritos eran Scubert, Schumann y Mozart, los que influenciaron el desarrollo artístico de Isadora.
En 1899 Isadora convence a su hermana y madre para emigrar a Europa. En 1900 se trasladan a Londres y luego a París.
Durante la estancia en Londres, Isadora pasaba muchas horas en el Museo Británico, admirando las obras de los clásicos griegos, principalmente las figuras de los vasos decorados, de los que toma algunos elementos, como la inclinación de cabeza hacia atrás, similar a las bacantes. Es entonces que se consolida el estilo particularismo de la Duncan. Esta danza no se asemeja a los cánones tradicionales, donde incorpora movimientos que provienen de su visión filosófica de la vida, y que puede ligarse al expresionismo.
El estilo de Isadora implica una ruptura con la danza clásica, por lo que se siente como una revolucionaria. Mientras consolida su estilo, se dedica a estudiar la danza y literatura antiguas, por medio de los museos, en especial el Louvre (París), la Nacional Gallery y el Museo Rodin. Su temática solía referirse a la muerte o al dolor, pero al contrario que la danza clásica, gira en torno a héroes, trasgos, duendes.
Las puestas en escena de la Duncan eran minimalista, algunos tejidos celestes o azules, sustituían a los decorados tradicionales. Su vestimenta era escandalosa para la época, apenas una túnica vaporosa que permitía adivinar el cuerpo, tan distintos del tutú y las zapatillas de puntas. Duncan bailaba descalza, sin maquillaje con el cabello suelto. Esta actitud le valió en reiteradas ocasiones, el abucheo del público.
El éxito obtenido en Inglaterra le abrió las puertas de los principales teatros europeos, recorriendo Francia, Italia y Grecia. Sus ideas influyeron en la compañía de danza de Serguei Diaghiley. En 1902 compró cerca de Atenas la colina de Cópanos para establecer un templo de la danza, proyecto que no terminó por cuestiones económicas. Obligada a regresar a Europa occidental por falta de fondos, abrió en 1904 una escuela de ballet cerca de Berlín.
Más allá de su danza extravagante y delicada, Isadora fue una revolucionaria en todos los aspectos de su vida: era atea, bisexual, socialista -manifestó una opinión positiva acerca de la Revolución Rusa-, e hizo apología del amor libre.